Champalanca, proyecto de construcción y consolidación para una educación multicultural y diversa.
Champalanca es el nombre del proyecto etnoeducativo puesto en marcha en los municipios de Riosucio y Carmen del Darién en el departamento de Chocó, Colombia. En este territorio se concentra población afro y tiene escasa infraestructura y dotación educativa.

La etnoeducación no sólo es una propuesta pedagógica que busca resolver estos problemas de orden material; más importante que esto, los proyectos etnoeducativos pretenden educar desde el enaltecimiento de los valores culturales, los principios sociales, y los procesos territoriales y particulares de cada comunidad. Estos programas no sólo buscan la construcción y consolidación de identidades étnicas, sino que pretenden incentivar una educación multicultural y diversa. En Latinoamérica y el Caribe, la etnoeducación avanza desde finales del siglo XX y Colombia tiene iniciativas representativas como la ya mencionada Champalanca. El equipo de Somos Afro conversó con Ursula Mena Lozano y Ángela Emilia Mena lozano, quienes han liderado estos procesos en el departamento del Chocó. Ursula es investigadora, escritora, Miembro de Número de la Academia de Historia del Chocó; posee un amplio recorrido y formación académica, y cuenta con mucha experiencia en Estudios Culturales afro, negros, raizales y palenqueros y en consultoría de proyectos sociales y etnoeducativos. Por otro lado, Ángela es docente universitaria, he investigadora y tiene amplios estudios y experticia en el quehacer académico y los estudios afrodescendientes.
Quisimos empezar esta charla preguntándoles a Ursula y Ángela por el inicio de Champalanca. Ambas se refieren al proyecto como un “modelo construido con una metodología participativa, que pretende representar a todos los colectivos y actores sociales de la comunidad”. Cuando ambas describen los albores de Champalanca, señalan los profundos y rigurosos procesos de investigación, el fortalecimiento de su diseño desde el estudio del pensamiento afrodiaspórico y los estudios latinoamericanos. Champalanca está fundamentado desde la idea de la educación como una práctica libertaria y emancipadora; aspecto que cimienta el proyecto educativo. Ursula y Ángela indican cómo Champalanca se gestó como un trabajo colaborativo, donde resultó trascendental el conocimiento y la experiencia de las sabedoras y los sabedores de la región: los mayores, las parteras, los curanderos, de todos ellos, quienes fueron integrados en esta labor.
Ángela y Ursula continúan describiendo el proceso de construcción y bosquejo del proyecto, afirman que “la parte teórica y filosófica fue muy interesante y fundamental para consolidar el componente curricular. Esta tuvo como base los principios de la etnoeducación: el territorio, la cultura, la cosmovisión, y el lenguaje. Elementos transversales, sobre todo, el aspecto del territorio, dimensión que fue muy importante para el proyecto; entonces, hablamos de los territorios culturales. La organización, tanto de los maestros como de la malla curricular, fue completamente distinta a la tradicional, transformando tanto la orientación de los maestros como el uso de conceptos. Todo el contenido pedagógico es tratado en clave de “problemas” y muchas conceptos convencionales fueron transformados haciendo eco del proyecto. Por ejemplo, en cuanto a criterios de evaluación, cambiamos los tradicionales “excelente”, “bueno”, y “deficiente” por una metáfora de la cosecha y el cultivo de plátano; entonces a los chicos se les evalúa con un “maduro”, “pintón” y “verde”, respectivamente. De lo que se trata es de llevar el lenguaje de la comunidad a la escuela para poder incluirlos a todos”.

Ursula y Angela proporcionan una definición muy poderosa acerca de la educación y la figura del maestro: “El maestro tiene tanto poder que no debe despreciarlo. Su poder radica en la autoridad pedagógica, esta autoridad no tiene nada que ver con el autoritarismo; se trata del poder del conocimiento; de la potestad de la investigación, del conocimiento científico e intelectual. La formación del maestro es muy compleja, porque es muy completa”. Mientras continúa la conversación, ambas aluden a los propósitos de Champalanca y citan al líder afrochocoano Diego Luis Córdoba, cuando afirma que: “Por la ignorancia se desciende a la servidumbre, por la educación se asciende a la libertad”. Estamos hablando de una educación que debe liberar; no de las cadenas físicas que ya no tenemos, sino de las barreras mentales que nos han quedado. Entonces, este modelo debe ser emancipador. Trabajar este modelo implica “ponerse la camiseta” y estar en y con la comunidad. Esto resultó muy enriquecedor porque implicó una labor comunitaria, no sólo en lo que se refiere a los conocimientos de los sabedores y maestros; sino los saberes de nuestros propios abuelos, a las palabras de nuestros mayores.”
Cuando las interrogamos por la implementación de Champalanca en otros territorios e instituciones, responden: “Queremos difundir los conocimientos adquiridos en “Champlanca” en otros territorios y departamentos. El mayor avance del proyecto ha sido en en el Bajo Atrato, en el departamento del Chocó, en donde la Secretaría de Educación asumió este modelo pedagógico. Estamos trabajando en la sistematización de esa experiencia y otras más, con nuestra gente para aplicar nuestra propuesta a nivel nacional. El énfasis obviamente está en lo afro, pero ampliado a todas las comunidades del país”.
Cuando se refieren a la posibilidad de ajustar su propuesta a otras comunidades y regiones, insisten en que, “Los profesores y las instituciones que quieran aplicar este modelo, deberán adaptarlo a sus propias concepciones y apropiarse completamente de la metodología. Sin embargo, lo que no se debe perder de vista es la necesidad de crear un lenguaje que posibilite la diferenciación. Un lenguaje común que permita la diferencia. Digamos que Champalanca ha posibilitado unos principios que han resultado importantes en nuestro proceso; no obstante, este no es un asunto hermético que no permita integrar nuevos conocimientos”.
Por último, ante la cuestión de los retos y las perspectivas que tienen proyectos como Champalanca, ambas sostienen: “El trabajo comunitario exige escritura, investigación y un trabajo muy arduo con los maestros. Pero en general, encontramos gran soporte de la comunidad, tanto de los profesores como de los padres de familia. Así hemos ido avanzado, con el apoyo del Ministerio de Educación; sin embargo, necesitamos más apoyo. Nosotros somos capaces de inventar. El centro de todo esto es la vida buena, la posibilidad de darle una buena educación a nuestras niñas y niños. El eje también está en entender nuestra visión, nuestro propio poder. Pero para esto hay que trabajar desde la afrocentricidad, un concepto de Molefi Kete Asante, que nos parece bellísimo”.

La reflexión de Ángela y Ursula se extiende a la necesidad de transformar y cambiar ciertas estructuras mentales y sobre la oportunidad de avance que implican estos proyectos educativos: “Los docentes debemos apropiamos de lo que tenemos. Las cosas ya están hechas. A partir de la Constitución del 91, hemos tenido este reconocimiento, esta suerte de mayoría de edad. Desde que el estado se reconoce multiétnico y pluricultural, las condiciones están dadas para crear y desarrollar. Hacia allá va la emancipación. Vamos entendiendo que mucho de lo que pasa está aquí, está en la mente”.
La consecución de iniciativas como Champalanca reconoce la potencia e importancia de la educación en contexto. Una educación capaz de trabajar desde los procesos y las condiciones culturales, sociales y políticas particulares de las comunidades y sus territorios. Sólo así podrá materializarse una pedagogía que celebre la diferencia y la multiculturalidad. Sólo así será posible tener por fin un estado multiétnico y pluricultural.