Ginecología ancestral y partería: saberes invaluables.

La partería tradicional afro es una práctica y un conjunto de saberes que se han consolidado alrededor de territorios como el Pacífico colombiano y que se erigen desde las costumbres y los conocimientos ancestrales de las poblaciones afro. A lo largo de los años, las parteras y parteros se han organizado a través de asociaciones como Asoparupa (Asociación de Parteras Unidas del Pacífico) para promover la visibilización y conservación de su labor. Simultáneo a la formación de estos organismos, las parteras del Pacífico no han dejado de reflexionar sobre su oficio y sus propósitos. Aquellos principios que sostienen el trabajo de la partería podrían concretarse en los siguientes: dominio de saberes y técnicas tradicionales para el cuidado del cuerpo; conocimiento ancestral sobre la naturaleza y la tierra; espiritualidad y vínculo con lo ancestral; estímulo de los valores colectivos y el tejido social; y tendencia a la creación y transmisión de sabiduría basada en la oralidad y la preservación.
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La partería y todos los saberes de la ginecología ancestral deben ser vistos como un conjunto de prácticas que le han devuelto dignidad al cuidado del cuerpo femenino. Un espacio de resistencia, un recordatorio de la mujer como figura fundamental en su comunidad, alguien capaz de otorgar cohesión y coherencia a la sociedad a través de los saberes ancestrales de su territorio. A propósito de estas prácticas, y de la necesidad de repensar el vínculo que poseemos con nuestros propios cuerpos, el equipo del Negro Esta de Moda conversó con Julisa Mosquera. Julisa es Consejera Distrital de Comunidades Negras y Matrona del Quilombo Yuma. Ella reflexiona alrededor de la importancia que tienen los Quilombos y las tradiciones ancestrales de los territorios del Pacífico, quienes vienen luchando para que sus prácticas sean reconocidas y valoradas.
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ENEM: ¿Cómo la práctica de la ginecología ancestral puede fortalecer las tradiciones de los pueblos afro?
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J.L: (Julisa Mosquera): A través de las prácticas como la ginecología ancestral se fortalece y protege el legado transmitido de generacion en generacion. Es fundamental conservarlas como una forma de resistencia, pero también como una forma de contribuir y de enriquecer estas prácticas, ya que muchas veces han sido tomadas como algo vano y no se le da la relevancia que merecen. Con las prácticas ancestrales y todo el tema de la ginecología ancestral, se humaniza la práctica del parto, pero sobre todo, se sensibiliza al rededor del cuidado el cuerpo de la mujer, porque se trata con respeto, con amor y lo que queremos es que estas prácticas milenarias se preserven durante toda la vida.
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ENEM: Los conocimientos de la medicina ancestral han sido transmitidos de generación en generación, ¿cómo preservar la tradición y estos saberes en las nuevas generaciones que están en las ciudades?
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J.L: Lo primero que debemos hacer es formar. Crear escuelas de formación en prácticas ancestrales para que nuestros jóvenes y niños, que nacen fuera de nuestros territorios, puedan entender y aprender la importancia de estos saberes. Muchos de los que estamos en estos territorios nacimos gracias a estas prácticas, por lo que vemos la necesidad de conservar este legado para nuestro niños. En el momento en que no haya escuelas de formación para que los niños y jóvenes nacidos en las ciudades puedan ir, nuestros conocimientos se irán perdiendo e invisibilizando. Entonces, lo primero es formarlos también en la responsabilidad que tienen para conservar estas prácticas, ya que son los jóvenes los llamados a proteger las tradiciones, como lo hemos hecho hasta ahora.
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ENEM ¿Cómo Matrona del Quilombo Yuma, cuáles han sido los principales retos a los que se han enfrentado?
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J.M: Uno de los primeros retos ha sido romper con muchos estigmas que rodean nuestro oficio. Porque nuestras prácticas suelen ser tomadas como “brujería” y no se le da la importancia y la relevancia que tienen. A causa de eso, hemos empezado a chocar con la medicina occidental, pues lo de nosotros se considera completamente irrelevante; pese a que en nuestros territorios tenemos miles de casos de parto y los niños nacen más felices, y priorizamos el cuidado y la responsabilidad sobre el cuerpo. Para nosotros, el cuerpo es un santuario y sentimos que la medicina occidental puede llegar a profanarlo. Y lo profanan. Nosotros sentimos que se violenta el cuerpo femenino, sobre todo, el cuerpo de la mujer negra. Se le ve con una mirada cargada de morbo e irrespeto. Esta ha sido una de las cosas por las que hemos luchado, creemos que el cuerpo es sagrado y que la medicina occidental debe replantear su mirada.
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ENEM: En tu opinión, ¿ se reconoce a las parteras como parte fundamental de la medicina contemporánea?
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J.M: No, no tenemos el reconocimiento y esto es en parte porque no nos hemos puesto en el nivel que nos corresponde. Me explico, actualmente, solo conocemos a un colectivo que ha venido realizando un trabajo muy interesante y son las hermanas de Buenaventura de ASOPARUPA. Quienes ha logrado cierto reconocimiento de parte del estado. Nosotras tenemos muchas mujeres parteras que están en los territorios y aquí en Bogotá, pero que carecen de ese reconocimiento, así que los trabajos que como Quilombos debemos hacer son: primero, visibilizar a todas estas mujeres que están en los Quilombos y en las localidades y empezar a gestionar encuentros de sabiduría donde ellas nos cuenten todas sus experiencias; de manera que podamos hacer un registro de todo lo que saben estas mujeres.
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Nosotros, al ser tan orales, no poseemos nada escrito, nada que atestigüe toda esta labor que hacemos. Entonces, uno de los retos que tenemos es empezar a escribir las cosas que pasan en lo local, que pasan con la “gente común y corriente”, porque también hemos visto que la gente que no pertenece al territorio, se ha interesado en que sus hijos nazcan por medio de estas prácticas y es ahí, donde ellas pueden ser testigo fiel de que estas prácticas tienen la misma importancia que la medicina occidental.
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ENEM: ¿Cómo desde la medicina ancestral se puede relacionar y reconstruir la comunidad, la espiritualidad y la conexión con la tierra?
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J.M: En el Quilombo Yuma, la conexión con la la tierra es muy importante. Creo que una de las cosas que han afectado profundamente al pueblo negro, ha sido el desplazamiento. El desplazamiento forzado ha roto el tejido social y la conexión con la tierra. Con ese rompimiento social se han ido también nuestras prácticas. Muchas de las mujeres que están en los Quilombos son mujeres desplazadas, que se estaban muriendo en Bogotá de tristeza porque aquí no se visibilizan estas prácticas.
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Los Quilombos son lugares que mantienen viva una tradición, una cultura; pero que también como pueblo negro, nos interpela, porque el tema de la espiritualidad es muy importante. Este es un espacio de resistencia política, pero también de conservación de lo que somos. Somos seres integrales desde la espiritualidad, el cuerpo y la mente, todos ellos tienen que estar alineados para hacer una misma cosa, y yo creo que los Quilombos están ayudando a esta misión. El objetivo es que las personas sean felices, y no hablo de cosas materiales, habló de la felicidad del espíritu, cuerpo y mente; me refiero a poder transitar desde la felicidad, y yo creo que ese es el mayor trabajo que estamos haciendo, y el mayor legado que podemos dejarle a una sociedad donde las comunidades negras, debemos repensarnos y resignificarnos en el papel que jugamos en una ciudad, que no es la nuestra pero que nos ha acogido; aunque nos recuerden que no pertenecemos a ella. Ya es hora que el pueblo negro empiece a escribir, porque es mucho lo que hemos dado y es poco lo que hemos recibido. Porque no hay nada que atestigüe lo que hemos construido en las ciudades desde la felicidad y es lo que estamos llamados a continuar.
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