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¿Es Bogotá una ciudad multicultural o intercultural?


Cine-foro: ¿Es Bogotá una ciudad intercultural?

Bogotá es una ciudad que se ha convertido en el punto de encuentro de muchas personas provenientes de todo el país, y del extranjero, que llegan por diferentes razones. Es un lugar lleno de historias, voces, y miradas que se cruzan, que confluyen en la cotidianidad y que la cohabitan, nutriendo de una diversidad incalculable cada espacio, y cada perspectiva de la misma ciudad.


Podemos asegurar entonces que Bogotá es una ciudad multicultural, llena de diferentes etnias, identidades, culturas y formas de pensar. Sin embargo, ¿podríamos hablar de interculturalidad?¿qué tanto apreciamos nuestras diferencias, más allá de los estereotipos y prejuicios sociales?¿qué tan dispuesta(o)s estamos a generar relaciones mutuas de intercambio cultural con personas que viven en contextos diferentes al nuestro?


A veces ignoramos que el otro es una fuente inagotable de aprendizaje, y en la medida en la que no lo/la conocemos, empiezan a tener más peso ciertas representaciones asociadas a esa persona, etiquetas basadas en su apariencia, origen, preferencia sexual, etc. Estas clasificaciones, tanto buenas como malas, pueden estar basadas en comentarios que corren de voz a voz, historias del pasado, mitos, experiencias particulares, y/o influenciadas por los medios de comunicación con un discurso dominante, y aunque pueden tener algo de verdad, a veces nos alejan sin fundamento.


Un factor muy importante a analizar en el caso concreto de Bogotá, es la innegable influencia de los medios, y de los noticieros locales en la construcción de imaginarios mediados por el miedo hacía el otro. Ese otro a quien se le culpa automáticamente de cualquier problemática.


Por ejemplo, hay grandes prejuicios hacia las personas que llegan desplazadas a la ciudad basados en su color de piel, y/o región de origen, que limitan sus oportunidades de progreso. Entonces, a parte de las dificultades por las que tienen que pasar, desde tener que cambiar su alimentación, alejarse de sus raíces en situaciones traumáticas, y tener que trabajar en roles con conocimientos y habilidades diferentes a los suyas, hay que sumarle la discriminación sistemática ejercida por el contexto, que dificulta la adaptación de estas personas a un nuevo lugar, y un nuevo comienzo de vida.


De cierta manera, la comunidad venezolana ahora está pasando por una situación similar, y ya se han empezado a ver algunos casos de xenofobia hacia ello(a)s, olvidando, que históricamente, Colombia ha sido un país de emigrantes, de refugiados en otros países y perseguidos en ellos. Olvidando que salir de Colombia fue por mucho tiempo cargar el estigma del pasaporte. ¿Acaso vamos a devolver con la misma moneda discriminatoria?


Se dice, se presume, y se proyecta a través de los medios y campañas institucionales para atraer el turismo, que la(o)s colombiana(o)s son grandes anfitriona(e)s. Personas cálidas y amables, a las que les gusta atender bien al que llega de afuera del país, siempre dispuesta(o)s a dejar la mejor impresión posible. Pero ¿Acaso esto ocurre sólo con cierto tipo de extranjeros?¿Que tan arbitraria es nuestra escala de valoración del otro, y cuáles son los factores a los que les damos mayor relevancia?


En medio de un clima de opinión adverso como el actual, nuestra invitación es a generar intercambios culturales conscientes, en los que no haya jerarquías entre las culturas, y en la que nos aproximemos al otro con aprecio y respeto, más allá de las etiquetas sociales. Es completamente importante detectar y comprender estas problemáticas cotidianas, para abordar a los demás desde una nueva perspectiva, derribando esas fronteras imaginarias que lo único que logran es separarnos, privándonos de la riqueza que supone para todos la vida en diversidad y libertad.

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